jueves, 29 de noviembre de 2007

¡Sí a la Reforma Constitucional!

Sí porque:

  • La he leído directamente y no a través de propagandas y opiniones ajenas.
  • Comparto su esencia.
  • Las críticas que tengo son insustanciales frente al irrefutable hecho subjetivo de que creo en quien ha propuesto dicha reforma, y tengo fe en que no desvirtuará su sentido socialista y democrático.
  • Estoy dispuesta a asumir el costo de cambiar el Sistema en el que nací y crecí. Y mucho más cuando ese cambio se plantea de forma pacífica y progresiva.
  • No me identifico con los poderosos que temen perder sus privilegios. Creo que los privilegios deben ser posibles para todos.
  • Soy testigo vivencial del cambio positivo que esta dando esta patria y creo que la Reforma es un paso más...
  • Aunque reconozco, e incluso he visto y padecido las consecuencias de varios errores que aún plagan la siembra de este nuevo modelo social, económico, ético y político, estoy animada a seguir luchando por perfeccionar el proceso que nos acerca a los más hermosos ideales.
Y por último:

  • estoy llena de esperanza; no estoy llena de miedo.

miércoles, 26 de septiembre de 2007

viernes, 10 de agosto de 2007

Subí a una cumbre, y me quedé pensando.


Subí a una cumbre. En ella, sentados, debatían los intelectuales. En otro tiempo, la mayoría de los intelectuales de las cumbres eran para mi seres de papel distanciados de la realidad; seres que analizaban todo sin involucrarse del todo. En estos tiempos, en esta cumbre, los intelectuales no eran puraménte teóricos ni retóricos: ellos hablaban de lo que apasionadamente estaban viviendo, sintiendo y construyendo junto a pueblos también llenos de sabiduría. En esta cumbre la mayoría de los intelectuales no se proclamaban maestros ni pretendían imponer sus teorías. Se diría más bien que traducían, en propuestas concretas, los latidos de sus corazones rojos y palpitantes.

Juan Carlos Monedero (España), Daniel Hernández (Venezuela), Gustavo Javier Ayala (Ecuador) y Blanca Eekout (Venezuela) son apenas cuatro de los cerebros cuyas circunvalaciones me encantó recorrer, los días 1, 2 y 3 de Agosto del presente año, en el Caracas Hilton, durante la VI Cumbre Social por la Unión Latinoamericana y Caribeña.

No me he quedado en paz después de subir a la cumbre. He afianzado mi preocupación personal por transformar en hechos las palabras que me emocionan. Me he preguntado mil veces si mi quehacer cotidiano incide directamente en la construcción del nuevo Socialismo. ¿Mi pensamiento, mi discurso y mis acciones son suficientemente coherentes entre sí?

Sin duda ser coherente es una tarea difícil. Sobre todo porque requiere un constante autoanálisis. Requiere la capacidad de discernir cuales conceptos, valores y prácticas, de los que hemos heredado, son herramientas a favor de reproducir una realidad en la que no somos dueños de nuestra conciencia. Requiere humildad para reconocer los desaciertos, y requiere disposición para comprometernos dialécticamente con nuestros ideales, sin quedar atrapados en los obstáculos de un mundo que, aun en gran parte, se resiste a cambiar.

¿Tengo yo una actitud vital verdaderamente socialista?, ¿Hasta que punto soy ecológica?, ¿he dejado de reproducir el consumismo, el machismo y el velado racismo de la sociedad en la que nací?, ¿como combato la violencia?, ¿respeto verdaderamente la diversidad?, ¿soy democrática?, ¿Sirve mi esfuerzo laboral, realmente, para colaborar en la construcción de una patria mejor?; ¿soy solidaria, respetuosa y amorosa con las vidas que trato y conozco?. ...Son preguntas que me hago ante situaciones cotidianas, para dirigir mi energía.

Hay un “comportamiento socialista” que fluye naturalmente a través de mi. Un comportamiento cónsono con valores que aprecio desde muy pequeña. Un comportamiento que hoy llamo “socialista” porque he conceptualizado así mis ideales de siempre, para unirme a la fuerza de un pueblo, de un Estado, que esta luchando por construir una sociedad más justa. ...Pero también hay un “comportamiento socialista” que requiere un esfuerzo personal de cambio. Un comportamiento que implica dejar de lado viejas prácticas que, de no enfrentarlas, me mantendrían en muchos aspectos aferrada a la comodidad y a la tradición.

Algunos de los cambios favorables que he experimentado gracias a este proceso de autocrítica, que he comenzado conscientemente desde que la situación política de Venezuela empezó a dar un giro hacia la izquierda, tienen que ver con el modo de relacionarme con los otros. He pasado de querer permanecer aislada en una tranquila montaña, a querer permanecer en una comunidad que trabaja por el bien común. Y si bien nunca dejaré de querer visitar periódicamente mis montañas recónditas y mis playas desiertas, ahora prefiero vivir en un lugar lleno de gente que vence la desesperanza. ¿No es acaso esa desesperanza la misma que yo sentía, la misma que me llevaba a querer escapar lejos de la ciudad y sus problemas?.

En este proceso de cambio también he aprendido a ejercer la sociología de una forma más creativa y participativa. En este proceso he afinado mi capacidad de escuchar y he aprendido a respetar mejor los pensamientos que difieren de los mios. He cambiado hábitos, aparentemente inofensivos, que había incorporado ciegamente en mi modo de vida y que estaban socavando las bases de una conciencia propia, ecológica y humanitaria; tiendo a evitar por ejemplo, aunque tal vez sin la justa rigurosidad, los productos de grandes marcas transnacionales y trato de no replicar costumbres o tradiciones vacias de un sentido descubierto.

Sin embargo, a diario descubro fallas en mi proceder y a diario me encuentro con dilemas filosóficos y prácticos que no logro resolver. Hay temores, por ejemplo, que me impiden adquirir compromisos más definidos en espacios políticos. Hay ambiciones egoístas, como viajar, que condicionan mis deseos de “acumulación de capital”. Hay artículos de consumo, como ciertas obras de arte e incluso prendas de vestir, por las que cambiaría gustosa varios días de alimentación balanceada. Hay esporádicos estados emocionales que no logro controlar del todo y que me impiden establecer puentes de comunicación. Hay excusas, con las que aun me disculpo a mi misma, para no ejercer acciones tan domésticas como apagar siempre las luces que no necesito y utilizar más racionalmente recursos como el papel y el agua.

...Subí a una cumbre y me quedé pensando...

...Tanto los logros alcanzados como los retos que aun me mueven, son producto de una reflexión previa... Por eso rescato la importancia de las cumbres, los foros, los encuentros y las tertulias. Rescato la necesidad de espacios para el debate ideológico y la construcción colectiva.

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viernes, 11 de mayo de 2007

Mañana


Mañana comienzo un viaje, comienzo amando
A mi regreso llenaré mi casa de imaginaciones y recuerdos que crecen
Voy con el hombre de mi vida como siempre quiero
Voy con el Dios bueno de mi infancia que se deja ver en lo desconocido

Llevo a mi familia, a mis amigos, a mis amados
llevo mis paisajes, mis culturas, mi patria
...los llevo en lo vivido y en el porvenir.

martes, 17 de abril de 2007

La naturaleza de mis deseos.


Tus dedos de artesano se mueven por mi cuerpo
como si fueran peces dentro del mar abierto
y me gusta besarte y sentir que me besas
nuestras lenguas son olas que viajan y regresan.



Siento que soy la fruta que se pierde en tu boca
o las hojas de un árbol que caen y t
e tocan.
Atrapada en tus brazos que son enredaderas
soy el arbusto dócil de húmeda m
adera.



Al igual que el arroyo se convierte en cascada
mi alma caudalosa se siente desbordada
y así cuando yo tengo la humedad de las nube
s
tu sientes en el cuerpo una lluvia q
ue sube.



Como un rayo de luz descubre lo escondido
te metes en mi cuerpo e invades mis sentidos.
Penetras como gotas de lluvia en fresca tierra
como olas y espuma hundiéndose en la arena.



Siento entonces que soy la neblina y te tengo
¿o eres tu la neblina y yo en ti me su
merjo?.
Lo cierto es que al mezclar tu cuerpo con el mío
dos almas abrazadas se lanzan al vacío.



Ilustraciones:

Pintura N° 1= Playa, Rafael Araujo (Venezuela)
Pintura N°2= Paisaje, Mauricio Rizo (Nicaragua)
Pintura N°3= Nombre de la obra y Autor desconocidos
Pintura N°4= Amanecer en el Pozo Ramiro, Armando Reverón (Venezuela)
Pintura N°5= Follaje y Neblina, Hector Campos (Costa Rica)


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domingo, 1 de abril de 2007

Una rosa en doce, doce rosas en una.


Mirada desde el jardín, bajo los claros rayos de un sol en el oeste, la rosa era de un rojo muy intenso. Desde la ventana de vidrios azules a través de la cual miraba aquella niña, la misma rosa era morada. Para los ojos daltónicos de su padre era del color del tallo que la sostenía. Para la vecina que había quedado ciega era blanca como la luz tocada suavemente. Mirada en la noche aquella rosa era negra como la noche misma. En mi recuerdo era azul como el agua de un mar ondulado que palpita desde su centro. Mirada por el perro la flor era de un color que aun no tiene nombre. Nombrada solamente era rosada. Mirada en su vegetal vejez era todavía como una copa de vino tinto. Para el orfebre enamorado de quien la había sembrado, la rosa era plateada. Para el pintor que la evocaba ¡era de tantos colores! ¡de tantos amarillos!. Para el loco de la cuadra la rosa era un nido de mariposas púrpuras dormidas y abrazadas.




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martes, 13 de marzo de 2007

A favor de los buenos monstruos.


En un nivel primario de conciencia suele asociarse la imagen del monstruo a la de un ser maligno. Aunque la representación gráfica de un monstruo no nos aporte elementos objetivos para inferir su forma de sentir y subsistir, el simple hecho de percibir una figura viva desconocida y diferente a nosotros, nos predispone y nos hace manifestar repugnancia; por lo general, reaccionamos inmediatamente imaginado que sus rasgos físicos corresponden a la maldad. Si el monstruo, por ejemplo, nos parece una culebra venenosa, lo interpretamos exactamente como tal y lo juzgamos según nuestros miedos sin darle la oportunidad virtual de expresar su particularidad. Si el monstruo tiene un tipo de ojos que antes no hemos asociado con la bondad, entonces esos ojos serán juzgados como malignos. Aunque la figura en cuestión no parezca demostrar una conducta objetivamente ofensiva, la hemos asociado culturalmente a la inferioridad y tendemos a pensar que siempre habrá razones para temerle, negándole así la posibilidad imaginaria de desmentir ese juicio. Tal vez esto ocurra, porque al natural miedo a lo desconocido hay que sumarle que la industria del espectáculo nos ha "vendido" la idea de que los monstruos son malvados. Casi siempre nos los pintan como criaturas nocivas que ponen en peligro a la humanidad.


Pero en realidad un monstruo no es necesariamente malo o inferior, es apenas un ser diferente. Los monstruos sólo tienen como condición inequívoca que son otra forma de vida. Utilizan para comunicarse códigos particulares.


Algunos “monstruos” reales (los que no son producto de la imaginación creativa de un dibujante o artista, sino que son por ejemplo especies submarinas o insectívoras) demuestran, a la luz de las investigaciones, que sus “rarezas” no están necesariamente unidas a conductas agresivas. Muchas especies que consideramos monstruos peligrosos por su apariencia desconocida, son en realidad extremadamente pacíficas. Simplemente pertenecen a un hábitat ajeno al nuestro y lo que nosotros interpretamos como armas ofensivas son sólo particularidades de su especie y en algunos casos parte de un fenotipo que incorpora estrategias defensivas.


...Hasta los monstruos del mundo de la fantasía merecen una concesión. La imaginación nos debe permitir acercarnos a lo desconocido y respetar la diversidad. ¿Por qué huir a priori de los monstruos? ¿por qué suponer que nos quieren destruir o dañar? ¿por qué atacarlos o intentar someterlos? ...Si desconocemos la singularidad de esos seres diferentes y sus códigos de comunicación ¿por que no darnos la oportunidad de descubrirlos y tal vez maravillarnos? Compartir las diferencias puede ser muy gratificante y enriquecedor.




One Last Time de Steven Stahlberg


Abrirnos a las diferencias es un acto de liberación.


En primer lugar nos liberamos de un estado básico de conciencia en el que reaccionamos sin razonar; nos liberamos de las barreras, muchas veces artificiosas, que se crean a partir de la desconfianza natural hacia lo desconocido; nos liberamos del encerramiento en el que nos colocan nuestros prejuicios. En segundo lugar, cuando nos abrimos a las diferencias, nos liberamos de las trampas que usa el aparato ideológico de la estructura dominante, para mantenernos cautivos de la racionalidad mediante la cual todo aquello que potencialmente se diferencie de su “ideal establecido”, debe ser reprimido, rechazado, temido, menospreciado o satanizado.


Si reflexionamos con cuidado, nos daremos cuenta que esa es la fórmula bajo la cual una época ha estado signada por las injusticias: Cualquier diferencia al orden establecido ha sido condenada a ser interpretada como un monstruo de connotaciones malignas, inferiores o peligrosas.


El machismo: no es más que la evidencia de que un poder establecido originalmente por hombres ha considerado a las mujeres monstruos inferiores y débiles por el solo hecho de ser diferentes a ellos.

El racismo: es la evidencia de que un poder establecido por una raza determinada, ha considerado a otra raza un monstruo indigno por el hecho de ser diferente.

La discriminación a homosexuales, lesbianas, y demás personas que optan por una decisión particular con respecto al sexo o al género: es la evidencia de que un poder establecido por una cultura cerrada y patriarcal, ha considerado la diversidad un monstruo antinatural, por el hecho de representar un pensamiento y un sentir diferente.

La discriminación a las personas con discapacidad, a las personas de edad muy avanzada o las personas de poca edad: es la evidencia de que un poder establecido por adultos en condiciones óptimas y edad “productiva” ha considerado al resto de las personas, monstruos inútiles o molestos por el hecho de tener necesidades diferentes.

La discriminación a los pobres: es la evidencia de que un poder establecido por ricos ha considerado a los demás, monstruos despreciables por el hecho de estar en condiciones diferentes.

Las guerras: no son más que la evidencia de que un poder, establecido sobre la base de interese económicos o religiosos, ha considerado a otro poder un monstruo peligroso, por el hecho de ser diferente y representar una competencia.

La destrucción del planeta: evidencia que un grupo de seres humanos se cree superior y considera al resto de la naturaleza un monstruo subyugable...

El salvaje capitalismo: no es más que la evidencia de que un poder, establecido por fuertes y dominadores, ha considerado a los débiles, monstruos dependientes y domesticables por el hecho de estar en condiciones diferentes y desventajosas.


...Pero la realidad que a fuerza de resistencias y luchas queda demostrada, es que las mujeres, las personas de cualquier raza, etnia o región ancestralmente oprimida, las personas que practican cualquier variante de la sexo-género diversidad, las personas adultas mayores, los niños, las niñas, los adolescentes, los pobres, los y las que respetamos a los animales y al resto de la naturaleza; los y las socialistas que creemos que es posible construir un mundo libre sustentado en el amor y la solidaridad, y en general los y las que no comulgamos con las doctrinas impuestas y para vencerlas proponemos formas novedosas de pensamiento: no somos monstruos inferiores o malignos como muchas veces se nos ha querido etiquetar desde los mecanismos ideológicos del poder tradicional. Somos apenas seres diferentes. Somos otra forma de vida. Somos monstruos bellos y buenos. Utilizamos para comunicarnos códigos particulares...


..Si eres de los que aún desconoce nuestra singularidad y nuestros códigos ¿por que no te das la oportunidad de conocernos y maravillarte? Compartir las diferencias puede ser muy gratificante y enriquecedor para todos.

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sábado, 10 de marzo de 2007

A propósito de la revolución.


La revolución es cotidiana como un cafecito y difícil como la adolescencia mas terrible. Implica dar sentido y coherencia a nuestras vidas a través de una práctica social fundamentada en el amor, el respeto y la solidaridad. Esas tres palabras, que siempre suenan muy bonitas, no suelen ser fáciles de llevar a cabo, pues crecimos en una sociedad que solapadamente siempre legitimó la competencia, el individualismo, las desigualdades y hasta la violencia. Crecimos interiorizando prácticas perversas de la lógica capitalista. Muchos las interiorizamos sin malicia, las aceptamos de forma natural sin percatarnos de que son producto de un mecanismo que atenta contra la vida.


Según la típica mentalidad capitalista, la competencia estimula la superación; la pobreza es inevitable y directamente proporcional a la flojera; el consumo es siempre gratificante y da sentido a la existencia; el egoísmo es inherente a la raza humana y por ende inmodificable; la lucha por el bien individual repercute en el bienestar colectivo; el amor es solo para quien lo merece; la paz sólo para quien se la gana a fuerza, incluso, de guerra. Todas esas premisas degeneran irremediablemente en una sociedad caótica. No porque sean premisas falsas, pues sin duda encierran una visión argumentable de la realidad, sino porque en el fondo esas premisas no están basadas en el genuino amor, en el respeto y en la solidaridad. Representan el camino mas fácil hacia la degeneración de las relaciones que mantenemos con nuestro propio ser, con nuestros semejantes y con el entorno. Bastaría hacer un breve esfuerzo mental para percatarnos, con abundantes demostraciones, de que las premisas mencionadas bajo las cuales hemos estado culturalmente regidos, se van deformando en la práctica cotidiana hasta dar lugar a conductas o actitudes que, con o sin intención, impiden el desarrollo de la vida humana plena. Así por ejemplo podemos llegar a vivir en una constante lucha por ganar frente a la pérdida de un contrincante; podemos llegar a aceptar la injusta distribución de las riquezas como un hecho justo e inexorable; podemos defender el discurso y los intereses de aquellos sectores que nos dominan o nos explotan; llegamos a desear objetos más que vivencias; ponemos los intereses particulares por encima de cualquier cosa, incluso de los intereses ecológicos del planeta; subordinamos las relaciones humanas a la necesidad de dinero; discriminamos, nos endurecemos, perdemos la capacidad de escuchar al otro, nos hacemos insensibles a las emociones ajenas.


La lógica capitalista también pone a la orden de la sociedad sentimientos como la “lástima” y la “compasión”. Hay una gran diferencia entre la solidaridad del socialismo y la compasión del capitalismo. La compasión, entendida como sentimiento de conmiseración frente a la pobreza, sitúa al que la siente en una posición ficticia de poder, pues acallando todo sentimiento de culpa y ejerciendo una supuesta posición de superioridad, el compasivo puede “ayudar” al que se encuentra más débil sin involucrarse con las causas de su debilidad. Por el contrario la solidaridad implica una relación comprometida y recíproca entre personas que buscan superar las causas de las circunstancias adversas que afectan el bienestar de todos; la solidaridad se basa en un sentimiento genuino de amor por el otro, al que se le conoce y se le respeta.


...Esta pequeña reflexión es apenas un llamado a mantener un constante esfuerzo por “desaprender” la herencia capitalista de nuestro vocabulario y de nuestro imaginario social, político y cultural. Existen adversarios del socialismo que basan sus críticas en miedos (si los miedos son fundados o infundados es tema de otra reflexión). Existen adversarios necesarios que nos otorgan equilibrio y nos hacen rectificar. También existen adversarios que al criticar sólo ponen en evidencia su ignorancia frente al tema y su lastimosa alienación. Pero creo que los adversarios mas dañinos son aquellos que llamándose a si mismos socialistas y estando llenos de supuesto ímpetu revolucionario, no hacen un esfuerzo cotidiano por cuestionar sus propias actitudes arraigadas en la nociva "visión del mundo" que han heredado. La revolución es, sobre todo, otorgarle un nuevo sentido ético a la existencia.


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lunes, 26 de febrero de 2007

Fuegando con juego

Con juego fuegando encendí el incendio, empecé el comienzo de este nuevo fin. Fuegando con juego quemé las corazas de mi corazón y la dura quema dura en la memoria de las quemaduras de mi sinrazón.

La imagen fue tomada del Blog de Yarince en Heliópolis.

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jueves, 15 de febrero de 2007

Con sabor a hoja de mango.

Para pasar esa página, tuve que pedirle el favor a setenta hormigas podadoras y hacerles creer que la hoja no era de papel sino de árbol. Les dije que se trataba de una especie de hoja blanca cuyos retorcidos garabatos en negro eran la savia interna que le daba un exquisito sabor a hoja de mango. Les di permiso para que la cortaran por el borde interior del cuaderno y se la llevaran a su almacén de alimentos.

…Aun con el esfuerzo de tantas hormigas motivadas, pasaron varias semanas antes de que esa página se desprendiera y diera paso otra totalmente en blanco en la que yo pudiera escribir una nueva historia.

Las hormigas quedaron satisfechas en principio. Pero después de algunos días encontré a los pies de la puerta de mi casa una nota escrita en un pedazo de hoja de mango:

¡Aprende a escribir con sabor!
Nunca esperamos que la hoja fuera comestible,
pero pensamos que eras poeta…
¡ESTAFADORA!

Lloré durante unos minutos apenada por mi incapacidad para cautivar a través de la escritura, pero cuando sin conciencia me llevé la nota a la boca, me sobresaltó el delicioso sabor de la hoja y me la comí con un gusto nunca antes experimentado.

Desde entonces voy al parque todos los días a cambiar hojas de libros famosos (que nunca son escritos por mi), por hojas de mango.

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lunes, 12 de febrero de 2007

Pajaritos sin rumbo.

De un momento a otro me he quedado sin trabajo. Desde entonces han ido pasando los días como pajaritos sin rumbo. Pero yo, en vez de entristecerme o preocuparme, me he puesto a detallar que bellos son esos pajaritos libres!

viernes, 9 de febrero de 2007

Deducción a sangre fría

En plena adolescencia, los mecanismos publicitarios de mi familia me indicaban que debía ser una sirena. Una mujer de la cintura para arriba, un pez de la cintura para abajo. Una bella mujer pensante, pero con una sexualidad humana prohibida.


Estando en la universidad apareció ante mis ojos una pintura de Magritte en la que estaba representada una sirena invertida. Pez de la cintura para arriba, mujer de la cintura para abajo. Símbolo, para mis ojos, de una mujer básica e irracional, pero con un potencial sexual muy atractivo.

Comprendí que era preferible ser una mujer completa (bella, inteligente y sexual) o simplemente un pez, pero cualquier combinación cultural de ambas especies, resultaba cercenante y castradora.

(Yo decidí ser un pez, ...y aparearme sólo con los de mi especie)

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martes, 30 de enero de 2007

René Magritte y el espejo mágico de sus pinturas

Hay artistas tan abiertos que comienzan por romper los hábitos mentales de su época. Hombres y mujeres tan innovadores que sus obras no pueden ser etiquetadas bajo algún concepto único precedente. Son creadores que no caen prisioneros de su propio talento, personas cuya inteligencia es un instrumento al servicio de la libertad. Si no pudiera admirar las creaciones de esas personas y no me dejara subyugar por la atracción que ejercen en mi, tal vez iría perdiendo la energía vital para hilvanar historias y pequeñas obras cotidianas.

René Magritte tiene uno de esos estilos que logra sorprenderme e inspirarme. Muchas de sus imágenes me plantean enigmas constantemente, misterios que solo logro desvelar en un plano difícilmente accesible a la palabra. Recientemente compré un libro sobre él y su obra (de Jacques Meuris) para tener por fin cerca de mi esas imágenes poéticas que mágicamente trastornan el equilibrio de la rutina.

Mi primer encuentro con la obra de Magritte se lo debo a mi elegida hermana Nereida, que un día, por asociación magnética supongo, me regaló un afiche que luego se convirtió en una ventana hacia los deseos. La imagen evoca a una mujer a caballo, en un bosque fragmentado de tal manera que hace pensar en el paso de una dimensión de la realidad a otra. Si pudiera elegir un personaje para darle identidad a esa mujer, sería sin duda Lou Andreas Salomé.

El “Maestro de escuela” es para mi: Joaquín Sabina, como siempre de espaldas a todo. Ese otro lúcido y versátil artista (en este caso de la canción) que con su escepticismo, su creatividad, su rebeldía, su tendencia al anarquismo, su ironía y su pasión, ha educado subterfugiamente mi verdadero y silencioso yo.


La mujer que aparece en la obra llamada “Vestido de noche” es en realidad, según Antonio, una replica de mi. Yo sólo puedo decir que esa luna -que es la misma luna de Sabina pero creciente en vez de menguante- es la brecha por la que se cuela la luz y la quietud que casi siempre estoy buscando.

Puedo mirar durante horas “La añoranza”. Conozco a ese hombre de alas negras, estoy a su lado en un plano extraterrenal. Reconozco y temo la fuerza del León; veo su pata izquierda sugiriendo un mundo en el que las reacciones vitales son diferentes a las de la mayoría en este planeta descompuesto. Se cuál es aquella ciudad de cielo amarillo, turbio e iluminado, he volado, he caído y he vuelto a volar en ese cielo. …El farol, el muro, los calculados edificios que se adivinan al fondo, el paisaje que hay más allá del campo visual del espectador...

Y esta pintura? Tiene el sello de las obras de Magritte, pero me ha hechizado sin saber si realmente pertenece a él; la encontré en internet. Ejerce una fascinación extrema en mis sentidos! Cierro con ella mi vigilia, para adentrarme en los sueños.

domingo, 28 de enero de 2007

Desde que te encontré


P
or la herida de los ascensores salgo a buscarte en la ciudad
en los fractales laberintos de un urbano cerebro agonizante.

Te busco en los árboles bronquiales que fuman el perenne cigarrillo de los autos
en la cicatriz de cada acera, en el submundo
de los insectos
Te busco en el vagón del metro donde todos vamos enfermos
en los gritos y en los tatuajes de los muros
en el aliento que transporta a las pequeñas marip
osas perdidas
Te busco, desesperada, en las canciones que flotan como el humo
en los caminos de las sombras que nunca dejan rastro
Te busco en los huesos rotos de las construccione
s
debajo de las ruedas del tiempo, en los
lunares del asfalto
en los interpretados ojos del perro callejero
en la advertencia muda de los semáforos
Te busco en la saliva de las calles de Cara
cas
en las futuras aguas de un río limpio
en la memoria del Guaraira Repa
no

Te busco
te busco y no te encuentro
desde que te encontré.

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lunes, 22 de enero de 2007

Las estrellas que pienso

"Cuando aprendo que las estrellas que pienso pueden ser la parte de atrás de las estrellas que veo allí, me lleno de un terror que es el principio del amor. Ellas me dicen que el espacio es infinito y el espacio se curva. Y entiendo."
Dylan Thomas (Cartas)


martes, 9 de enero de 2007

Los Sonidos de la Noche

La realidad se ha sumergido en el océano de la noche. Todos los sonidos son leves y apagados como venidos de otro mundo. Ahora puedo escuchar hasta el fatigado aletear de mis pestañas y el arrullo marítimo de mi propia respiración. El silencio es oscuro como el cielo detrás de las persianas, pero al igual que el cielo, el silencio está lleno de luminosas gotas suspendidas. Los sonidos de la noche me hacen tomar conciencia de lo que me rodea y me doy cuenta que durante el día no estuve plenamente viva.

Afuera la hierba crece y se despliega exhalando suspiros. Las ranas se enamoran como si fueran pequeños corazones verdes que croan en cada sístole. El himno combustible de los grillos toca el oxigeno de mi cerebro y entonces hasta un fantasma deja caer las ingrávidas cadenas que lo atan a su pena.

Te busco en las suaves superposiciones sonoras de la noche, pero tu voz imaginaria es arrastrada por el siseo de los autos que pasan por aquella avenida: pasan como naves siderales que surcan el espacio, o como peces metálicos que nadan presurosos para desovar personas en algún lugar íntimo.

A mi oído llegan otras vibraciones que no sé interpretar. No sé si ese rumor lejano es la odalisca brisa que danza con su velo invisible… o es el paso sinuoso de animales hambientos que cruzan el paisaje. No se si aquellas voces que pasaron flotando son apenas la excusa para un recuerdo.

Cuantos hombres y mujeres habrán, que como yo, se quedan atrapados en la terca vigilia y entonces logran escuchar hasta el murmullo de las nubes que se desforman; el vuelo único vertical y ciego del pichón que cae del nido; el ladrido rítmico de los perros anónimos; la marcha descalza del vecino sediento; la percusión celeste de unos zapatos tibios que llegan o se van.

...Y habrán los hombres y mujeres que en sus horas de insomnio, escuchan el crujir melancólico de paredes llorando; el destellante golpe de balas prisioneras que son empujadas hacia la muerte roja; el grito ondulante de ambulancias heroicas; la tristeza interior y rotunda frente a las ajenas fiestas trepidantes; el trueno pendular de una garganta ebria; el aplauso constante de la lluvia traidora; los diálogos inaccesibles como frecuencias radiales mal sintonizadas; los gemidos abiertos, por dolor o placer; los acentos monótonos de la propia obsesión.

Cuantos oídos estarán contando los pasos del reloj
y cuantas manos estarán escribiendo
para descifrar o aquietar
los sonidos de la noche.

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