lunes, 26 de febrero de 2007

Fuegando con juego

Con juego fuegando encendí el incendio, empecé el comienzo de este nuevo fin. Fuegando con juego quemé las corazas de mi corazón y la dura quema dura en la memoria de las quemaduras de mi sinrazón.

La imagen fue tomada del Blog de Yarince en Heliópolis.

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jueves, 15 de febrero de 2007

Con sabor a hoja de mango.

Para pasar esa página, tuve que pedirle el favor a setenta hormigas podadoras y hacerles creer que la hoja no era de papel sino de árbol. Les dije que se trataba de una especie de hoja blanca cuyos retorcidos garabatos en negro eran la savia interna que le daba un exquisito sabor a hoja de mango. Les di permiso para que la cortaran por el borde interior del cuaderno y se la llevaran a su almacén de alimentos.

…Aun con el esfuerzo de tantas hormigas motivadas, pasaron varias semanas antes de que esa página se desprendiera y diera paso otra totalmente en blanco en la que yo pudiera escribir una nueva historia.

Las hormigas quedaron satisfechas en principio. Pero después de algunos días encontré a los pies de la puerta de mi casa una nota escrita en un pedazo de hoja de mango:

¡Aprende a escribir con sabor!
Nunca esperamos que la hoja fuera comestible,
pero pensamos que eras poeta…
¡ESTAFADORA!

Lloré durante unos minutos apenada por mi incapacidad para cautivar a través de la escritura, pero cuando sin conciencia me llevé la nota a la boca, me sobresaltó el delicioso sabor de la hoja y me la comí con un gusto nunca antes experimentado.

Desde entonces voy al parque todos los días a cambiar hojas de libros famosos (que nunca son escritos por mi), por hojas de mango.

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lunes, 12 de febrero de 2007

Pajaritos sin rumbo.

De un momento a otro me he quedado sin trabajo. Desde entonces han ido pasando los días como pajaritos sin rumbo. Pero yo, en vez de entristecerme o preocuparme, me he puesto a detallar que bellos son esos pajaritos libres!

viernes, 9 de febrero de 2007

Deducción a sangre fría

En plena adolescencia, los mecanismos publicitarios de mi familia me indicaban que debía ser una sirena. Una mujer de la cintura para arriba, un pez de la cintura para abajo. Una bella mujer pensante, pero con una sexualidad humana prohibida.


Estando en la universidad apareció ante mis ojos una pintura de Magritte en la que estaba representada una sirena invertida. Pez de la cintura para arriba, mujer de la cintura para abajo. Símbolo, para mis ojos, de una mujer básica e irracional, pero con un potencial sexual muy atractivo.

Comprendí que era preferible ser una mujer completa (bella, inteligente y sexual) o simplemente un pez, pero cualquier combinación cultural de ambas especies, resultaba cercenante y castradora.

(Yo decidí ser un pez, ...y aparearme sólo con los de mi especie)

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