El razonamiento de la oposición es
muy sencillo:
- Para recobrar la paz en el país hay que contar el 100% de los votos. Si los votos no se cuentan es porque el Gobierno esconde algo.
Detrás de este razonamiento existe
una falta de profundización en el tema, que impide detectar sus contradicciones
lógicas. Tal imposibilidad por parte de algunos seguidores de Capriles se debe
a que, arengados por su líder, repiten la solicitud del conteo de votos sin
detenerse a reflexionar sobre la forma en que se han dado los acontecimientos.
Para entender por qué es ilógica la
petición del conteo total de los votos, hagamos un recuento de la realidad que
es totalmente constatable:
1.- El Sistema Nacional Electoral está
blindado, no hay forma de hacer fraude. Esto lo han certificado en innumerables
oportunidades todos los evaluadores (nacionales e internacionales) que lo han
escudriñado desde que comenzó a utilizarse en Venezuela. El sistema de votación
automatizado permite ser auditado en todas sus fases, y el proceso durante el
2013 (así como en años anteriores) ha sido totalmente transparente. Recordemos
que, incluso la
Fundación Carter, ha afirmado públicamente que el sistema
electoral venezolano es el más fiable del mundo.
2.- Para realizar la auditoría, una
muestra representativa de las cajas es aceptada en todos los países del mundo
como suficiente para aceptar los resultados. En Venezuela esa muestra es
ENORME, es del 54%. En otras palabras:
Durante el proceso de verificación ciudadana que se realizó en todos los
centros electorales, se confrontó el contenido de más de la mitad de las cajas
con los datos reflejados en las actas de escrutinio que arrojó el sistema
automatizado. Este proceso se hizo en presencia de los testigos de ambas toldas
políticas, de observadores imparciales, y de toda la ciudadanía presente. El
resultado fue impecable a favor de la validez de los resultados. Ese 54%,
además, se eligió por sorteo (es decir, al azar) con lo cual es
estadísticamente absurdo suponer que “la trampa” se encontraría en el 46%
restante de las cajas.
3.- La solicitud de un conteo total de
votos es un asunto complicado y arriesgado desde el punto de vista logístico. Deben
tomarse todas las medidas de seguridad para garantizar que ninguna de las
partes cometa actos de sabotaje una vez abiertas las cajas. Aun tomando las
medidas, el conteo manual de 14.983.748 votos, en una
circunstancia post electoral en la que los ánimos están caldeados, conlleva un alto riesgo de que se cometan
ilícitos que pongan en duda el resultado del conteo manual.
4.- El conteo manual implica, además,
movilizar recursos, volver a invitar a los observadores internacionales y
cumplir una serie de pasos legales y prácticos. ¿A quién se le ocurre que se
debe regresar a un método de conteo tan arcaico, arriesgado y corruptible, sin
que exista al menos una prueba de que el sistema no es confiable? ¿Sólo para
complacer el capricho de un contrincante electoral que no ha demostrado más que
su inconformidad, sin dirimir las supuestas irregularidades ante los organismos
competentes?
5.- La exigencia del conteo por parte
de Capriles no ha sido nunca una solicitud seria basada en una duda razonable.
No ha respetado las leyes ni los canales regulares para presentar
argumentaciones que justifiquen el conteo manual (es decir, no respeta el
Estado de Derecho). No ha presentado ninguna prueba de fraude, sino que se ha
limitado a armar un “berrinche” comunicacional y mediático, llamando a
desconocer la legitimidad de los resultados hasta que SE HAGA SU VOLUNTAD. Su propuesta (claramente sediciosa)
ha sido en resumen la siguiente: “Si no cuentan el 100% de los votos,
impediré que el Presidente gobierne”.“El Presidente electo es ILEGÍTIMO y
mis seguidores deben desconocer su gobernabilidad”.
6.- La historia político-electoral
reciente del país muestra que, el desconocimiento de resultados electorales,
las denuncias de fraude electoral y la solicitud de recuentos y auditorías
adicionales (siempre hechas por la oposición), se inscriben en una estrategia
de desestabilización y, en el fondo, de llevar la confrontación política a
mecanismos externos a la institucionalidad democrática (Recordemos que durante
el 2004 la oposición también desconoció los resultados electorales del
Referendo Revocatorio, y cuando el CNE accedió a realizar una auditoría
postelectoral adicional, la oposición no la avaló).
7.- El sistema electoral que Capriles
pone en duda, es el mismo que en distintas
oportunidades le ha dado el triunfo a la oposición en gobernaciones y
alcaldías (incluyendo su propio triunfo como Gobernador en Miranda).
8.- Por último, es absurdo pensar que
la corta diferencia entre el resultado electoral de un candidato y de otro es
indicio de irregularidad (fueron cortas también las diferencias en la elección
que le dio la Gobernación
de Miranda a Capriles, así como en el referéndum que rechazó a la Reforma Constitucional
en el año 2004).
Para entender por qué la solicitud
del conteo de votos forma parte de un Plan desestabilizador:
Algunas de las personas opositoras
que conozco creen fielmente que la propuesta de Capriles está basada en
enmendar los errores de la revolución y afianzar un modelo que siga siendo
incluyente de los sectores populares. Creen que gobernará para beneficio de
todas y todos.
La realidad es que los valores que
inspiran a la oposición son los valores que históricamente han movido a la
derecha. En otras palabras muy sencillas: el proyecto de Capriles entiende que
el progreso sólo es posible para los más fuertes, para los que pueden competir a
través de las grandes corporaciones. No busca en realidad el beneficio de todas
y todos, sino únicamente el de las élites que pueden negociar y buscar su
beneficio bajo los preceptos individualistas. La inversión social es entendida
como un “gasto” que debe reducirse al máximo. La consecuencia de un modelo así
es el empobrecimiento real de las mayorías versus el enriquecimiento de los
poderosos negociantes, únicamente.
El Proyecto Bolivariano y Socialista
que se ha venido gestando en Venezuela, atenta contra los valores descritos en
el párrafo anterior y, por lo tanto, no conviene a los intereses de Estados
Unidos y sus socios. Hace mucho tiempo que buscan desaparecer la Revolución e instaurar
un gobierno de derecha disfrazado de popular.
El Plan desestabilizador que se ha
puesto en marcha a partir del desconocimiento de los resultados electorales
busca provocar e hilvanar hechos que justifiquen una Intervención Armada, “una
intervención humanitaria”, a corto, mediano o largo plazo.
Veamos:
1.- Capriles llama a desconocer la
legitimidad del Presidente y exige un conteo manual sin presentar pruebas
intentando demostrar, a las fuerzas internacionales interesadas en el fin de la Revolución, que es un
líder capaz de manejar el país y doblegar las decisiones de la
institucionalidad vigente. En cualquier
caso iba a cantar fraude (como se ha hecho en todas las elecciones anteriores
que no han favorecido a la oposición) pero la sorpresa de haber reclutado gran
cantidad de votantes, lo hizo envalentonarse.
2.- La exigencia de conteo manual es
inaudita. Cualquiera que reflexione (sin pasiones de por medio) reconoce que el
54% de cajas auditadas es estadísticamente MÁS que suficiente para demostrar la
legitimidad de los resultados electorales.
3.- Si el conteo manual se hiciera,
Capriles no dejaría de pergeñar una estrategia para deslegitimar nuevamente el
proceso de conteo. Trataría de convencer a sus seguidores de que los chavistas
sabotearon el proceso o modificaron los comprobantes de votación para resultar
victoriosos. Esto entramparía al gobierno en una lucha interminable y
desgastante para defenderse de las acusaciones opositoras.
4.- El supuesto estado de
ingobernabilidad sostenido en el tiempo (presentando a la opinión pública
internacional a través de la industria mediática) sería la excusa perfecta para
una intervención estadounidense, como la que ha sucedido en Libia y Siria.
La única verdad es que Capriles y su
equipo quieren imponer A LA FUERZA
el modelo que ellos consideran más adecuado. Tienen importantes apoyos
internacionales y pretenden regresar a un modelo excluyente, en el que sólo
puedan progresar los que ya tienen cierto nivel económico para participar de
grandes empresas privadas e intereses foráneos.
El proceso revolucionario no está exento
de errores, eso es cierto, pero la superación de ellos debe estar dentro del
mismo Proyecto Bolivariano que comenzó con Hugo Chávez Frías.
La oposición no quiere aceptar que la mayoría decidió esta opción.
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